“En 1986 dos jueces fueron condenados por corrupción. Era una gran novedad, porque veníamos del franquismo. Me chocó mucho y enseguida pensé qué harían en la cárcel. Después no sé qué los pasó, pero lo de encontrarse con la vergüenza y la humillación que supone para un juez entrar en prisión es lo que yo veía. Veía a un personaje que quería cazar para ver qué le pasaba. Empecé a trabajar una historia sobre un juez más bien corrupto, pero que hacía su vida y nadie lo había pillado. Fui a su despacho, vi que era de familia rica y viví mucho tiempo con este tipo. Pero llegó un momento en que me costaba vivir con este personaje, por despreciable”.
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Foto de capçalera: Xavier Cervera extreta de La Vanguardia